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Resignificar: el arte de volver a casa

En un mundo saturado de palabras, a veces lo más urgente es volver a escucharnos. No solo oírnos —escucharnos de verdad—: con el cuerpo, con la historia, con la memoria viva del afecto. Así nació la Fundación Resignificar: como un gesto de escucha hacia una pregunta que llevaba mucho tiempo haciendo eco en el silencio.


¿Qué hacemos con nuestras formas de convivir? ¿Cómo llegamos a relaciones donde el amor parece un lujo, la escucha un accidente, y el cuidado una carga?


La historia de esta Fundación no empieza con una idea brillante, sino con una incomodidad persistente. Quienes la soñaron comenzaron a notar desde muy jóvenes que algo no cuadraba en el modo en que nos vinculamos: relaciones marcadas por el deber más que por el deseo, autoridades que hablaban mucho pero conversaban poco, hogares llenos de palabras, pero vacíos de empatía.


Entonces apareció una sospecha luminosa: ¿y si el problema no está en que convivimos mal, sino en que nunca nos enseñaron cómo hacerlo de otro modo?

De ahí su nombre: Resignificar. Porque no se trata de inventar una nueva humanidad, sino de mirar de nuevo —con otros ojos, con otro corazón— lo que ya somos, lo que ya sabemos, lo que ya anhelamos.


Resignificar es, entonces, una práctica. Un ejercicio de reencuentro con lo humano, un modo de recuperar el valor de la palabra como puente y del cuidado como política del afecto. No hablamos de un “amar” edulcorado, sino de un acto radical: reconocer al otro como legítimo otro: verlo, escucharlo, validarlo... sin querer cambiarlo, sin exigirle que sea reflejo de nuestras propias carencias.


En ese camino, la Fundación entendió algo clave: quienes sostienen el mundo también se cansan: las madres, los docentes, los terapeutas, los líderes comunitarios, los acompañantes, todos ellos —todos nosotros— necesitamos espacios donde también nos sostengan.


Por eso Resignificar camina con dos pilares: Quid-arte, donde cuidamos al que cuida, ofreciendo espacios de descanso emocional, contención y formación desde el afecto. Y Los Conversemos, donde la conversación no es solo intercambio de ideas, sino espacio sagrado para resignificar lo que duele, lo que pesa, lo que cuesta decir.

Hoy, más que nunca, necesitamos volver a casa, no a una casa de paredes, sino a una casa de vínculos, un lugar donde el ser pueda ser. Y ahí, justo ahí, es donde Resignificar te espera.


Quid-arte y Con-V

ree

ersemos: dos caminos para volver a ti. Dos maneras de resignificar el con-vivir.

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