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Cuidar sin rendirse: desafíos y alivios en el Parkinson

Cuidar sin rendirse: desafíos y alivios en el Parkinson

Cuidar a una persona con Parkinson es acompañar es acción compasiva y amorosa. Sin embargo a veces impredecible, donde el cuerpo, la mente y el ánimo de quien padece la enfermedad se van transformando. Pero también es acompañar nuestros propios límites, emociones y preguntas como cuidadores.

En el Día Mundial del Parkinson, desde la Fundación Resignificar queremos reconocer la labor de quienes cuidan a personas mayores que viven con esta enfermedad y ofrecer herramientas que alivian el camino.

Los retos del cuidado en el Parkinson

Cuidar a un adulto mayor con Parkinson implica una serie de desafíos muy específicos que van más allá de la asistencia física:

🔹 Cambios en la movilidad: Los temblores, la rigidez muscular y la lentitud motora hacen que actividades básicas como caminar, comer o vestirse requieran acompañamiento constante, lo que puede generar agotamiento físico en el cuidador.

🔹 Problemas del sueño: Muchas personas con Parkinson sufren insomnio o despertares frecuentes. Esto afecta también el descanso del cuidador, que debe mantenerse alerta durante la noche.

🔹 Dificultades en la comunicación: La enfermedad puede afectar el habla, la expresión facial y la capacidad de comprensión. Esto crea barreras emocionales y de relación que pueden generar frustración en ambas partes.

🔹 Cambios emocionales y cognitivos: La ansiedad, la depresión o el deterioro cognitivo que muchas veces acompañan al Parkinson hacen que el cuidador no solo atienda el cuerpo, sino también emociones difíciles y confusión.

🔹 Soledad y aislamiento: Las rutinas de cuidado intensivo suelen alejar al cuidador de su vida social y laboral, generando un fuerte sentimiento de desconexión con el mundo exterior.

Estrategias para cuidar(se)

Aunque no es posible eliminar estos retos, sí podemos aprender a afrontarlos de forma más compasiva con nosotros mismos. Aquí algunas prácticas que pueden marcar la diferencia:

Tomarse pausas. Reservar momentos breves cada día para respirar profundo, estirarse, salir al sol o simplemente estar en silencio. No se trata de tener mucho tiempo, sino de hacerlo con intención.

Pedir apoyo. No hay que hacerlo todo solos. Buscar ayuda entre familiares, amigos o redes comunitarias puede aliviar la carga física y emocional.

Nombrar lo que sentimos. Reconocer y expresar nuestras emociones –cansancio, tristeza, rabia, miedo– no es una debilidad, es una forma de cuidado propio.

Formarse. Conocer más sobre la enfermedad y aprender técnicas básicas de manejo del cuerpo, la alimentación o los medicamentos ayuda a reducir la ansiedad del “no saber”.

Practicar alguna actividad que renueve. Cuidar no debería consumir toda nuestra identidad. Espacios como la música, la escritura, el yoga o los encuentros con otros cuidadores pueden reconectarnos con lo que somos más allá del rol de cuidar.

En Fundación Resignificar, el cuidado empieza desde adentro

Desde nuestro programa Quid-Arte, acompañamos a cuidadores de adultos mayores en procesos de autocuidado emocional, expresión artística y conexión interior. Sabemos que el cuerpo también guarda el cansancio del alma, por eso ofrecemos espacios para escucharse, moverse, crear y recordar que su bienestar también importa.

Además, con Los Conversemos, promovemos encuentros de palabra donde se construyen redes afectivas y se tejen sentidos compartidos del cuidar.

💛 Cuidar con amor es posible cuando también nos damos el permiso de cuidarnos.


Fuentes:

[1] Fundación Conoce el Parkinson – “Sobrecarga de los cuidadores: señales y recomendaciones”: https://conoceelparkinson.org/cuidados/sobrecarga-cuidadores-parkinson-recomendaciones/



 
 
 

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