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CUIDAR ES SOSTENER LA VIDA


 

La vida de la mayoría de los seres vivos gira en torno a dos pilares: sobrevivir y reproducirse. Sin embargo, cuando miramos más allá del individuo y consideramos el colectivo, estos objetivos pueden ampliarse y transformarse.

Los árboles son un gran ejemplo de cómo funciona esta dinámica en la naturaleza. A través de las micorrizas, una red subterránea de hongos, los árboles establecen conexiones con otros árboles, permitiéndoles comunicarse y compartir recursos como agua y nutrientes. Este sistema no solo beneficia a los árboles jóvenes de su especie, sino que también apoya a otros organismos del bosque (Bingham et al., 2012; Philip et al., 2015). Demostrando que la colaboración y el apoyo mutuo pueden ser tan importantes, o más, que la competencia.

En el reino animal, entre las especies más gregarias como mamíferos y aves, algo similar ocurre. Cuando no hay peligro inminente y el hambre se ha saciado, los animales se dedican al juego, la limpieza mutua y otros comportamientos de cuidado. Estas actividades no solo son fundamentales para la supervivencia del grupo, sino que también fortalecen los lazos de apego y fomentan la cooperación, elementos esenciales para la vida en comunidad.

Paul Gilbert, un destacado psicólogo, identificó tres sistemas emocionales en los humanos: el sistema de amenaza, que nos mantiene alerta ante el peligro; el sistema de logro, que nos impulsa hacia nuestras metas; y el sistema de calma y cuidado, que promueve la conexión social y la empatía. Este último, vinculado a la liberación de oxitocina, , creando un vínculo que promueve el bienestar emocional y físico.

John Bowlby, a través de su teoría del apego, mostró cómo el contacto humano en los primeros años de vida es vital para el desarrollo emocional e intelectual de los niños. La falta de este contacto, como evidenció la OMS en estudios post Segunda Guerra Mundial, puede tener consecuencias profundas en el desarrollo cognitivo y social.

Todo esto nos recuerda que estamos biológicamente diseñados para cuidar y ser cuidados. En nuestra vida diaria, cuando ponemos en práctica acciones de autocuidado acompañamos el dolor de otros o participamos en actos altruistas, no solo ayudamos a los demás, sino que también experimentamos una sensación de calma y satisfacción.

Como bien dijo el Dalai Lama: "El amor y la compasión son necesidades, no lujos. Sin ellos, la humanidad no puede sobrevivir". Al final, el cuidado es la base que sostiene la vida, no solo de forma individual, sino también colectiva. La capacidad de cuidar y ser cuidados es lo que nos conecta y fortalece como comunidad, asegurando nuestra supervivencia y bienestar compartidos.


Autora: Ana Milena Posada


 
 
 

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