Crianza y educación emocional: cuando la coherencia transforma
- Ana Miel
- 12 may
- 4 Min. de lectura
¿Qué pasaría si en lugar de preguntar “¿cómo te fue?”, empezáramos a preguntar: “¿cómo te sentiste hoy?”?
En tiempos de cambios rápidos, incertidumbre emocional y desafíos sociales complejos, cultivar la inteligencia emocional en niñas, niños y jóvenes no es un lujo pedagógico, es una necesidad vital. Es la base para formar seres humanos conscientes, resilientes y empáticos, capaces de convivir de forma respetuosa y de cuidarse a sí mismos y a los demás.
¿Qué es la inteligencia emocional?
Es la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras emociones, así como las de los demás. Daniel Goleman, uno de sus mayores exponentes, señala que el 80% del éxito en la vida no depende del coeficiente intelectual, sino de la inteligencia emocional (Goleman, 1995).
Incluye cuatro pilares esenciales:
Autoconciencia: reconocer lo que sentimos.
Autorregulación: gestionar lo que sentimos.
Empatía: conectar con lo que sienten los otros.
Habilidades sociales: comunicarnos y convivir de forma saludable.
¿Por qué es tan importante hoy?
Diversos estudios han demostrado que los niños con mayor inteligencia emocional presentan:
Mejor rendimiento académico (Denham et al., 2012).
Menor ansiedad y estrés (Hoffman et al., 2020).
Mayor capacidad para resolver conflictos y relacionarse sanamente (CASEL, 2023).
Mejor adaptación a los cambios y entornos escolares.
Pero el desarrollo emocional no ocurre de forma espontánea: se aprende y se cultiva con el ejemplo, la práctica y el acompañamiento. Y ahí es donde escuela y hogar deben caminar juntos.
Tres estrategias prácticas para fortalecer la inteligencia emocional
🧘 1. Fomentar la autorregulación emocional
Un niño que aprende a gestionar sus emociones crece más seguro y resiliente.
¿Cómo ayudar desde casa o el aula?
Enseña técnicas simples de respiración consciente (por ejemplo: inhalar 4 segundos, exhalar 6).
Valida sus emociones con frases como: “entiendo que estés frustrado”, en lugar de “no llores por eso”.
Usa el semáforo emocional para ayudarle a reconocer y decidir: 🔴 Detente – 🟡 Piensa – 🟢 Actúa.
📌 Recurso recomendado: Crea un rincón de calma con cojines, cuentos y objetos sensoriales donde puedan “pausar” cuando estén desbordados.
💞 2. Desarrollar la empatía
La empatía no solo previene el bullying, sino que fortalece la convivencia desde el respeto.
¿Cómo cultivarla?
Fomenta el contacto visual y la escucha activa en las conversaciones.
Lee cuentos y haz juegos de roles donde deban ponerse “en los zapatos del otro”.
Involúcralos en actos cotidianos de ayuda: poner la mesa, cuidar una planta, consolar a un amigo.
👨👩👧 Ejercicio práctico: Cada noche, invita a que compartan: 🫀 “¿Qué hizo alguien por ti hoy?” y 🤝 “¿Qué hiciste tú por alguien hoy?”
🗣️ 3. Promover una comunicación afectiva
Cuando niños y niñas se sienten escuchados, pueden abrir su mundo emocional sin miedo.
¿Cómo lograrlo?
Usa frases que refuercen su valor: “te esforzaste mucho”, “confío en ti”.
Haz preguntas emocionales: “¿Cómo te sentiste en esa situación?” en lugar de “¿qué hiciste?”.
Evita etiquetas como “eres desobediente” y enfócate en el comportamiento: “tiraste el juguete”.
📌 En el aula: inicia las clases con una ronda rápida de emociones, usando tarjetas de caritas o una escala del 1 al 10.
Una tarea compartida: educar el corazón
Los hogares y las instituciones educativas no deben caminar por separado. Cuando padres, madres y docentes se reconocen como una red amorosa de contención emocional, los niños crecen con raíces firmes y alas propias.
💡 Recomendación para instituciones: Promover escuelas de familias y círculos de conversación donde se compartan herramientas emocionales comunes, favorece la coherencia entre lo que se vive en casa y en el aula.
💡 Recomendación para las familias: Abrir un espacio semanal para conversar sobre emociones fortalece el vínculo y enseña a los niños que sentir está bien.
En Fundación Resignificar creemos que educar también es amar
A través de nuestros programas como "Los Conversemos", acompañamos a adultos significativos en escuelas y hogares a cultivar el autocuidado emocional, la empatía activa y la crianza consciente como pilares para una mejor convivencia.
🔎 Fuentes consultadas:
Goleman, D. (1995). Inteligencia emocional.
CASEL (2023). Benefits of SEL - Collaborative for Academic, Social, and Emotional Learning.
Denham, S. A., et al. (2012). Preschool emotional competence: Pathway to social and academic success.
Hoffman, J. D., et al. (2020). Teaching mindfulness to children: An evidence-based strategy to improve self-regulation.
¿Y tú? ¿Qué haces en tu hogar o en tu aula para educar emocionalmente?
👂 Queremos escucharte: comparte en los comentarios una práctica que te haya funcionado para fomentar la inteligencia emocional en niñas, niños o jóvenes.
🎒 Educar el corazón también es una responsabilidad compartida 💞
¿De qué sirve que en el aula se hable de empatía si en casa se invalida el llanto? ¿Y de qué sirve enseñar a contar hasta diez si en la escuela no hay espacios para respirar?
La inteligencia emocional no se enseña solo con palabras, se cultiva con coherencia entre lo que se vive en casa y lo que se respira en la escuela. Y eso requiere una alianza real entre docentes y familias.
En este nuevo artículo, desde la Fundación Resignificar compartimos: ✅ Por qué es urgente priorizar la educación emocional. ✅ Ejercicios concretos para fortalecer la autorregulación, la empatía y la comunicación afectiva. ✅ Estrategias para crear una red amorosa entre hogar y escuela. ✅ Fuentes confiables que respaldan su impacto positivo en el bienestar y el aprendizaje.
💡 Educamos con la voz, pero también con la presencia. Y cuando familias y docentes se encuentran, florecen generaciones más resilientes y amorosas.
👉 Lee el artículo completo y cuéntanos: ¿Qué práctica emocional te ha funcionado con tus hijos o estudiantes?
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